sábado, 26 de enero de 2013

Infierno en Punta del Diablo

Imagínate dormir en una cama en mitad del Antzoki, de un concierto de verano o en medio de la Negra Flor. Ahora métele máximo volumen de amplis, voces, gritos, taconazos, el olor a humo, cerveza y vidrios. Por último, piensa que es un local abierto, sin ventanas y que hay corriente de viento, hacer frío. 

Así han sido las dos noches que hemos pasado en el albergue Carabanchel de Punta del Diablo (este de Uruguay). Llegamos de noche, empapadas por la lluvia y heladas, cansadas de andar por caminos de arena y apenas alumbradas por el frontal. Cualquier cosa nos parecía genial para dormir.

El hostel es una gran casa de madera antigua, en cuya parte delantera hay un bar con mesa de billar y sofás, y en la trasera, la cocina, un baño y una mesa. Las habitaciones están en el piso superior, dando directamente al bar. Los empleados se pasean por el hostel sin fijarse en lo que se necesita: un water no funciona, hay roña en la cocina, platos sucios que se amontonan, perros que comen de la basura, gatos que se pasean por los fogones... Todos hablan, gritan, no hay un minuto de silencio, ya no para dormir, ni siquiera parea leer. 

La temperatura ha bajado por lo menos 8ºC, llueve y el cielo está tapado. No podemos ir a la playa, así que visitamos el pueblo de pescadores. Ayer noche teníamos actuación de Bollywood pero Almu se encontraba fatal: creemos que fue un corte de digestión. A la mañana ya tenía mejor cara. Desayunamos, hicimos la mochila y nos marchamos de ese infierno de lugar. Sueño con una cama normal, con dormir, descansar y, por fin, soñar. 

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