miércoles, 26 de junio de 2013

Voluntad de voluntarias

El San Juan en Perú se llama Inti Raymi. Es la fiesta del solsticio de invierno, en la que se conmemora al Sol. Los cusqueños están muy arraigados a la tierra, a su Pacha Mama. Sus celebraciones siempre son a los elementos naturales, el agua, el sol, la tierra... Ni la colonización ni la religión ha podido borrar el sentimiento puro e indígena de estas personas. 

Cusco se llenó de música, bailes y colores durante 4 días, las calles del centro eran intransitables, jóvenes con atuendos folclóricos se movían sincronizados por los adoquines, las banderas del arco iris reinaban por toda la ciudad, los conciertos se alargaban hasta la madrugada. Si pensaba en las hogueras de San Juan me entraba añoranza. Pero la energía de este lugar también me contagió y me hizo sonreír.

Me duele todo el cuerpo, tengo el cerebro embutido de mocos y estoy sin voz. Más que por el frío, fue la noche desenfrenada del sábado en el Mythology. Los voluntarios organizamos una cena multicultural en la Caja Mágica: las francesas prepararon ensalada de pasta, pan con allioli y guacamole con nachos, la italiana, un pastel de chocolate, Fernando puso el vino, los peruanos el pisco sour y nosotras, dos tortillas de patatas. Era la despedida de dos chicas, unos se van y otros entran. En la Caja hay un tránsito constante de personas. Ahora somos nosotras las antiguas de la casa.

De momento seguimos preparando el Festival Solidario de Bollywood. La coreo ya empieza a salir, los velos y turbantes están listos. Nos quedan pendientes las faldas, los bombachos y los carteles. Sólo faltan 11 días...

Aunque ya casi me siento una cusqueña más, me apetece seguir viajando. Quiero descubrir nuevos lugares, subir al Machu Pichu, perderme por la selva, oír otras voces y culturas. Es el vicio del mochilero, moverse.

jueves, 20 de junio de 2013

Viviendo Cusco

El trabajo con los niños de Tankarpata va tomando forma. Después de una semana perdidas ante los peques, ya hemos cogido el toro por los cuernos. Sussy siempre viene de la mano de su hermanita Milagros, Fabri se pone a bailar en cuanto encendemos el radiocassette, Carla necesita ayuda para los deberes, Lurdes es de armas tomar, Clemente es el más travieso cuando se junta con Sebas... Intentamos ser estrictas para que no se nos suban a la chepa, pero tampoco escatimamos en abrazos y besos.

El próximo 7 de julio organizaremos un Festival Solidario de Bollywood en San Bernardo, donde los chavales bailarán al son de Desi Girl, Vane dirige la actuación, yo haré de hombre, con bombachos y bigote. El ayuntamiento nos cede la sala para el evento, esperamos recaudar algo para la ONG Cooperar Perú. Tenemos tres semanas para confeccionar los velos, hacer las faldas, los turbantes, las joyas y aprender la coreografía. Una dura tarea, pero todos le ponemos tanta ilusión que no puede salir mal...

Nos levantamos temprano cada día para preparar los talleres de la jornada: los lunes toca mates, así que hicimos un Juego de la Oca con problemas en cada casilla; el martes es día de manualidades y lo dedicamos a proyectar vídeos de danza india y a empezar a ensayar. El miércoles hay rincón de letras, leímos cuentos de la India y les dimos lassies (yogurt) con galletas como merienda. 

Me siento más útil, viva y más ligada a este lugar. Y es que Cusco es una ciudad viva: la Plaza de Armas siempre está plagada de gente, grupos de jóvenes que bailan, otros que tocan instrumentos, hay vendedores ambulantes por las esquinas y turistas que se pierden con las cámaras. Es nuestro lugar preferido para ir a tomar una cerveza, cuando regresamos de la escuelita. Y más después del duro trayecto en bus: nos subimos a furgonetas sin licencia que se ponen hasta los topes, donde una no puede ir ni erguida y tiene que soportar un hombro clavado en la espalda, un culo pegado a la cadera y mogollón de empujones. 

Veo gente por todas partes, aunque en las noches cuando vamos de juerga, no encontramos ningún peruano. En los bares de copas sólo somos guiris, europeos, gringos y algún argentino tomando pisco soury mojitos. La noche puede alargarse incluso un lunes, pero hemos estipulado liarla sólo un día a la semana, porque madrugamos y porque tampoco somos ricas...

Lo que más me gusta de Cusco es el sol del día,el paisaje montañoso de alrededor y el cielo celeste; lo peor, el frío polar de las noches, que te congela los pies y la nariz. Supongo que parte de ese contraste es lo que le da encanto a la ciudad, lo que me atrapa y seduce.


jueves, 13 de junio de 2013

Cooperando en Perú

Cuzco es la ciudad más bonita que he visto en América Latina. Asentada entre valles, a mas de 3000 metros de altura, se esconde un lugar mágico declarado Patrimonio Cultural de la UNESCO.

Pasear por sus callejuelas estrechas y adoquinadas, es como perderse en el Albaicín. Se nota la huella española en la arquitectura, casas blancas con balcones decoradas, porticones de madera, plazas ajardinadas con mil y una iglesias... Menos mal que los peruanos conservan también su gran legado inca, a pesar de la invasión de colonizadores. Hay ruinas en cada rincón, excursiones para recorrer a pie,  maravillas de antiguas tribus indígenas y varios caminos que llevan al Machu Pichu.

Vivimos desde hace 5  días en la Caja Mágica, un pequeño albergue para voluntarios de Cooperar Perú. La ONG, fundada por Edu hace 3 años, tiene como objetivo evitar el fracaso escolar en niños de familias humildes. Trabajamos en una escuelita en Tankarpata, una aldea a 10 km donde no ni hay asfalto, ni iluminación pública ni agua potable. 

Nuestra tarea es hacer talleres de extraescolares para los peques: ayudarles en los deberes, enseñarles normas básicas de higiene, valores de compañerismo y darles muchos muchos abrazos. Y es que la mayoría tienen padres alcohólicos y agresores: ven la violencia como una forma natural para solventar discusiones, muchas veces pegan sin motivo y tienen grandes ataques de ira. 

A veces me siento indefensa ante estas situaciones, casi sin recursos. Yo que tenía tantas ideas del esplai para poner en práctica... Luego he visto que aquí es complicado, primero por las diferencias de edades (hay niños de entre 2 a 14 años), y porque se tienen que cubrir necesidades más urgentes. Los chavales vienen con la cara negra, llena de mocos, huelen a pipí, los bebés se hacen caca y no hay ni WC ni papel para limpiarles. Se ha establecido la hora del aseo: antes de entrar al aula, todos deben lavarse las manos y los dientes en un balde.

Ojalá pudiera ayudar en algo más, me siento inútil. Cada día es un reto, pero no tiraré la toalla. Montaremos un festival de Bollywood entre las 4, les enseñaremos bailes y confeccionaremos los vestidos, los turbantes, las joyas con materiales reciclables. Aunque modesto, éste será un espectáculo que jamás olvidarán. Serán estrellas por un día...



viernes, 7 de junio de 2013

Titicaca y la Isla del Sol

Parecía un mar, color zafiro, transparente, cristalino, casi mediterráneo. Era una inmensa masa celeste que se unía al cielo en el horizonte. El lago Titicaca se presentaba majestuoso, enmedio de las agrestes llanuras del altiplano.

Lo que antaño fue un mar es hoy una gran reserva de agua de 8.400 km2 de superficie, que se extiende a banda y banda entre Perú y Bolivia, a una altura de 3.800m. Los pueblecitos aimaras del Titicaca y la Cordillera Real nevada al fondo ofrecen unas vistas a lo National Geographic. 

A la orilla del lago se en cuentra Copacabana, una acogedora villa pintada de blanco, con cucos cafés turísticos, puestos de artesanía y la posibilidad de navegar hasta la Isla del Sol. Llegamos allí en lancha y decidimos pasar una noche, aunque me hubiera quedado una semana más...

Y es que éste es el lugar del nacimiento del Sol, según la mitología inca. Varios senderos traviesan la isla de norte a sur, agradables caminos que recorren aldeas, ruinas y vegetación. El paisaje es una mezcla entre las costas del Cabo de Gata, la arboleda del Penepoleso griego y los montes del norte de España, aunque más pelados.  

Disfrutamos de una puesta de sol, plantadas en la arena desde las 17h, con una cerveza en la mano y la compañía de 5 españoles. Cada uno explicaba su historía y viaje, alegre y cómodamente al encontrar otras miradas cómplices, llenas de empatía... hasta que la luz se escondió.  

En dos días empezamos una nueva etapa del viaje: el voluntariado en Perú. Viviremos durante un mes en la Caja Mágica, un hogar en el corazón de Cuzco, donde nuestro quéhacer será dar clases de lectura para peques. Pero eso ya será en el siguiente post...


sábado, 1 de junio de 2013

Rurrenabaque, dentro de la selva

Había llovido toda la noche. Las gotitas se habían colado por los ajugueros de la mosquitera, y los truenos nos habían despertado. El cielo estaba gris plata, tapado y nebuloso. Teníamos una excursión contradada para ir a la selva de Bolivia tres días y no podíamos hecharnos atrás, aunque el barro nos llegara a las rodillas...

A la mañana nos subimos a un bote de madera, alargado. Éramos unos 10 turistas, todos atabiados con un salvavidas y una pequeña mochila con repelente, agua y un par de camisetas. Cruzamos a los largo del Beni, un gran río que muere en el Amazonas. A los lados se veía un paisaje verde frondoso, con árboles altos, cañas y palmeras. Sentía la fuerza de la tierra bajo mis pies, algo mágico y potente. Era como estar en la isla de Perdidos... Pura selva

Montamos las camas con la esterilla, la mosquitera y una manta, y nos juntamos en una mesa de madera para comer pollo con arroz. Me sentía Kate a punto de hacer una expedición, sólo que no veía a Jack ni a Sawyer por ninguna parte.

El parque Madidi tiene 2 millones de hectáreas, y en él viven jaguares, monos, cerdos y todo tipo de aves e insectos. José, nuestro guía, nos contaba los remedios naturales de la gran farmacia selvática: agua de las lianas uña de gato, resinas para las picaduras, unguentos para tarántulas, infusiones de tronco para el estómago...

Llovió toda la noche. Oía como jarreaba el agua sobre el toldo, mientras me clavaba la cadera en el suelo y me escondía de los bichos entre las mantas. Al día siguiente nos cargamos con comida y nos metimos aún más selva adentro, a otro campamento. Aquí podíamos cocinar sobre una hoguera, pescar pirañas en la laguna y bañarnos en el río. Lo malo, los mosquitos que nos picaban por todo el cuerpo, a pesar de llevar calcetines hasta la rodilla y varias capas de ropa. Apenas podía estar quieta, si paraba un segundo, me acribillaban.

El tercer día nos levantamos antes de que el sol saliera, huíamos de los mosquitos. Queríamos cocinar un buen desayuno en el primer campamento, más cómodo y seguro. Engullimos los pancakes de plátanos, las rosquillas de vainilla y los huevos revueltos. Luego recolectamos cocos pequeños de la palmera choncha y fabricamos anillos. No me quedaron muy bonitos, pero es un detalle artesanal. Ése será mi próximo regalito para mandar a casa.