jueves, 20 de junio de 2013

Viviendo Cusco

El trabajo con los niños de Tankarpata va tomando forma. Después de una semana perdidas ante los peques, ya hemos cogido el toro por los cuernos. Sussy siempre viene de la mano de su hermanita Milagros, Fabri se pone a bailar en cuanto encendemos el radiocassette, Carla necesita ayuda para los deberes, Lurdes es de armas tomar, Clemente es el más travieso cuando se junta con Sebas... Intentamos ser estrictas para que no se nos suban a la chepa, pero tampoco escatimamos en abrazos y besos.

El próximo 7 de julio organizaremos un Festival Solidario de Bollywood en San Bernardo, donde los chavales bailarán al son de Desi Girl, Vane dirige la actuación, yo haré de hombre, con bombachos y bigote. El ayuntamiento nos cede la sala para el evento, esperamos recaudar algo para la ONG Cooperar Perú. Tenemos tres semanas para confeccionar los velos, hacer las faldas, los turbantes, las joyas y aprender la coreografía. Una dura tarea, pero todos le ponemos tanta ilusión que no puede salir mal...

Nos levantamos temprano cada día para preparar los talleres de la jornada: los lunes toca mates, así que hicimos un Juego de la Oca con problemas en cada casilla; el martes es día de manualidades y lo dedicamos a proyectar vídeos de danza india y a empezar a ensayar. El miércoles hay rincón de letras, leímos cuentos de la India y les dimos lassies (yogurt) con galletas como merienda. 

Me siento más útil, viva y más ligada a este lugar. Y es que Cusco es una ciudad viva: la Plaza de Armas siempre está plagada de gente, grupos de jóvenes que bailan, otros que tocan instrumentos, hay vendedores ambulantes por las esquinas y turistas que se pierden con las cámaras. Es nuestro lugar preferido para ir a tomar una cerveza, cuando regresamos de la escuelita. Y más después del duro trayecto en bus: nos subimos a furgonetas sin licencia que se ponen hasta los topes, donde una no puede ir ni erguida y tiene que soportar un hombro clavado en la espalda, un culo pegado a la cadera y mogollón de empujones. 

Veo gente por todas partes, aunque en las noches cuando vamos de juerga, no encontramos ningún peruano. En los bares de copas sólo somos guiris, europeos, gringos y algún argentino tomando pisco soury mojitos. La noche puede alargarse incluso un lunes, pero hemos estipulado liarla sólo un día a la semana, porque madrugamos y porque tampoco somos ricas...

Lo que más me gusta de Cusco es el sol del día,el paisaje montañoso de alrededor y el cielo celeste; lo peor, el frío polar de las noches, que te congela los pies y la nariz. Supongo que parte de ese contraste es lo que le da encanto a la ciudad, lo que me atrapa y seduce.


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