viernes, 7 de junio de 2013

Titicaca y la Isla del Sol

Parecía un mar, color zafiro, transparente, cristalino, casi mediterráneo. Era una inmensa masa celeste que se unía al cielo en el horizonte. El lago Titicaca se presentaba majestuoso, enmedio de las agrestes llanuras del altiplano.

Lo que antaño fue un mar es hoy una gran reserva de agua de 8.400 km2 de superficie, que se extiende a banda y banda entre Perú y Bolivia, a una altura de 3.800m. Los pueblecitos aimaras del Titicaca y la Cordillera Real nevada al fondo ofrecen unas vistas a lo National Geographic. 

A la orilla del lago se en cuentra Copacabana, una acogedora villa pintada de blanco, con cucos cafés turísticos, puestos de artesanía y la posibilidad de navegar hasta la Isla del Sol. Llegamos allí en lancha y decidimos pasar una noche, aunque me hubiera quedado una semana más...

Y es que éste es el lugar del nacimiento del Sol, según la mitología inca. Varios senderos traviesan la isla de norte a sur, agradables caminos que recorren aldeas, ruinas y vegetación. El paisaje es una mezcla entre las costas del Cabo de Gata, la arboleda del Penepoleso griego y los montes del norte de España, aunque más pelados.  

Disfrutamos de una puesta de sol, plantadas en la arena desde las 17h, con una cerveza en la mano y la compañía de 5 españoles. Cada uno explicaba su historía y viaje, alegre y cómodamente al encontrar otras miradas cómplices, llenas de empatía... hasta que la luz se escondió.  

En dos días empezamos una nueva etapa del viaje: el voluntariado en Perú. Viviremos durante un mes en la Caja Mágica, un hogar en el corazón de Cuzco, donde nuestro quéhacer será dar clases de lectura para peques. Pero eso ya será en el siguiente post...


No hay comentarios:

Publicar un comentario