viernes, 2 de agosto de 2013

Encuentros y desencuentros

Hace tres semanas que me separé de mis amigas. Tras recorrer Bolivia y después del voluntariado en Perú, he decidido ir a mi aire. Viajar en grupo es muy recomendable, yo al menos puedo decir que lo he pasado genial. Aprendes mucho más en compañía. 

Y es que ser buena sin nadie es sencillono has de confrontar opiniones, ni ser paciente ni generosa. En grupo tienes que pensar en los demás, solidarizarte en muchas ocasiones, consensuar decisiones, expresar tus emociones, saber compartir, sacrificar deseos, ser empática y tolerante, pensar en el bien común... Una aprende cada día. Además, siempre hay alguien con quien conversar, hay miradas cómplices, bromas que unen, todo es un poco más cómodo y las cervezas saben mejor con amigas.

Sin embargo, yo no me abro tanto al mundo cuando voy en compañía. Estoy con ellas y no necesito a nadie más. Las cuatro ya llenamos una mesa, somos una cuadrilla completa. Si conocemos a alguien, bien, sino nos montamos nosotras las fiesta

El viaje sola me hace estar despierta, más atenta a todo, abierta a cualquiera y en cualquier parte. Si no quiero hablar, me aíslo escribiendo o con un libro en las manos. Si me apetece charlar, busco personas en el hostel o en un bar e inicio una conversación. Y es así como voy encontrando personajes que le dan un toque de humor y, a veces, excentricidad a mi aventura.

Fue así como acabé en los chiringuitos de Huanchaco junto a la familia de Ainara; cómo lo peté en las noches de Lima con Levy, Marcos y Teggy, o cómo luego me topé con Steven, Juan Pablo, Ale y Felipe bailando en la arena de Máncora

Cada día es una nueva historia, a veces más aburrida, otras más graciosa. La clave es estar receptiva, con los sentidos a flor de piel, entusiasmada con lo qué sucederá... Veamos qué me depara ahora Montañita (Ecuador)...

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