lunes, 6 de mayo de 2013

Valparaíso, arte en la calle

La segunda ciudad más grande de Chile no tiene nada que envidiarle a la capital. Valpo, que en su día fue el puerto más importante del Pacífico, es hoy un hervidero de artistas  estudiantes y trabajadores. Los transeúntes escalan por sus calles empinadas y se pierden entre los murales y los grafitis multicolores. Las pintadas artísticas y reivindicativas sobre muros y casas antiguas ofrecen un ambiente auténtico, único y decadente.

Encima de cada uno de sus más de 20 cerros, una puede vislumbrar una gran alfombra de tejados variopintos que se extienden hasta más allá donde llega la vista. Pero a pesar de la gran extensión de la ciudad, una no se siente ni pequeña ni extraña.

Me quedé en casa de Josu una semana y podría haber estado una semana más. Él era un couchsurfing que había alojado a mis amigas poco tiempo antes, era nieto de un marinero de Bermeo y vivía en el Cerro Alegre, declarado Patrimonio Histórico de la Unesco. Su generosidad y sencillez me hizo sentir cómoda y libre desde el primer día. Me mostró los rincones más mágicos entre callejuelas, los bares con más solera y me presentó a infinidad de amigos que me trataron como a una más del grupo. Valpo es un lugar donde quedarse y ser feliz. Quizás vuelva más adelante en busca de trabajo...

El sábado Josu me llevó en su Suzuki DR650 a Isla Negra, a la casa de Pablo Neruda. Hacía sol y desde la moto se podían oler los bosques y el mar, sentir el aire fresco y la velocidad. Esa misma noche fuimos al concierto de los Jaivas, un grupo de folk chileno con más de 50 años de historia, que tuvo que exiliarse en tiempos de la dictadura, y que nos regaló sonidos muy distintos: melodías mapuches, canciones andinas, bailes de cueca. Su música nos inyectó energía para ir a La Proa y seguir bailando cumbia y temas de Los Fabulosos Cadillac y Mano Negra.

Mi próxima parada es San Pedro de Atacama, el famoso desierto chileno y la zona más al norte del país. Ahí me reencontraré con Almu, Vane y Aida después de más de un mes viajando en solitario. Y aunque me haya encantado andar a mi bola por este país, creo que a veces la felicidad no es real sino es compartida

1 comentario:

  1. apoyo...la felicidad es felicidad cuando es compartida...un abrazote guapa!!!...siga gozando!!!

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