domingo, 22 de septiembre de 2013

Chicas jóvenes y valientes

Comen arroz y patatas a diario. Rara vez prueban la carne, la fruta o el pescado. Aún así cocinan con esmero, cortan fina la cebolla y el pimiento y hierven la sopa el tiempo justo. Cenan cada día lo mismo que almuerzan, pero siempre se sientan alrededor de la mesa con la cuchara en la mano y una hermosa sonrisa.Tal vez sea porque es momento de compartir con el resto, de charlar y poner en común.

Deysi, Vivi y Carmencita parecen hermanas, pero tan sólo llevan unos meses compartiendo techo, vida, risas y penas. Las tres deben limpiar y ordenar su cuarto, hacer el baño y cocinar para conseguir a cambio 30 minutos en Internet. Tienen un cuadrante con las tareas de limpieza colgado en la pared, y cada semana rotan las funciones. Suelen cumplir con sus obligaciones, aunque como toda adolescente, a veces se hacen las remolonas.

Vivi es la que más ha vivido. Se escapó de su casa con apenas 11 años, ha estado con una familia de adopción, luego en la calle, vagabundeando con hippies y artesanos, y hasta se metió en ambientes de mala muerte. Después de todo, quiere seguir estudiando y está entusiasmada con las clases de martillo, un deporte raro que le devuelve la seguridad en sí misma.

Carmen es la más pequeña de la casa, tiene unos 12 años, aunque su madre no recuerda la fecha de su nacimiento. Apenas ha salido de las faldas de su mama, no ha ido a la escuela hasta ahora, su vida transcurría en una pequeña choza de plástico, cuidando de sus hermanos y haciendo hogueras. Poco a poco está conociendo mundo, abriéndose a un futuro mejor.

 Deysi es guapa, coqueta y confía en ella misma. No quiere volver con su madre y, aunque añora a sus hermanos, sueña con una vida nueva: estudiar, trabajar, llegar a ser psicóloga, enamorarse... Vamos, lo que muchas queremos.

A pesar de que ninguna sabe de libros, de política o historia, las tres han vivido mucho más de lo que yo viví a su edad. Espero haber aprendido algo de ellas, al menos ya sé hacer pulseras y cocinar cuando la nevera está vacía. De lo que estoy segura es que me han contagiado ganas, fuerza y valentía para seguir con mi viaje.


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