No tenía buen día. Había llamado a mi hermana, me había hecho recordar y lloré al oír a Ainhoa al otro lado del teléfono. Quería hablar con mi madre, pero no contestaba. Fui a mi entrevista con María Isabel Fraire con ganas de acabar.
Llegó puntual. En la puerta de la cafetería, vi a una mujer inquieta, de pelo rizado y claro, pantalones anchos y ojos azules. En seguida se interesó por mi viaje, mi proyecto y tomó notas de webs y contactos. Luego me habló de su vida.
Isabel vivía en una casa de campo, con sus dos hijos, con quienes hacía Rondas de Cuentos: ella explicaba cuentos y su hijo armonizaba el ambiente con el sonido de un didgeridoo. Compartían techo y una filosofía de vida simple, con huerto propio y contacto con la naturaleza.
Durante su juventud tuvo que exiliarse 6 años a Italia y Suecia por pertenecer al partido marxista. De su exilio había escrito dos biografías, 'En algo anduvo' y 'De la revolución ideológica a la revolución del corazón', en donde recordaba sus años de activista hasta llegar a su etapa más espiritual.
Ahora había logrado integrar su formación como docente, su experiencia vital y sus cuentos en lo que ella llamaba 'el arte como sanación'. Me contó una leyenda mapuche, 'La bebé pincoya', sobre el desapego maternal y compartió conmigo su trabajo. Recordé a mi madre a través de sus palabras, me sentí más cerca de ella.
Gracias por nuestro hermoso encuentro y que tu viaje esté lleno de descubrimientos y mucho amor! M.Isabel
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