El primer día en Baires fue genial, aunque estábamos un poco cansados tras volar durante 14 horas en un vuelo incómodo, pequeño y con turbulencias. Nos cambiamos nada más pisar el aeropuerto: metimos el polar y las chirucas en la mochila y nos calzamos los tirantes y las sandalias. Hace casi 30º, es verano puro y duro.
Nos alojamos en el albergue Aires Porteños del barrio bohemio de San Telmo. Tiene techos de 4 metros de alto, puertas de madera con motivos de tango y porticones coloridos. Dormimos en la habitación Carlos Gardel. Al salir a la derecha llegamos a la calle Corrientes, plagada de librerías y teatros; a la izquierda a La Boca, la Casa Rosada y la Plaza de Mayo. Nos fotografíamos en el suelo junto a los pañuelos de las Madres. Queda pendiente juntarnos en su manifestación de cada jueves.
Por cierto, Vane y yo somos las tesoreras del grupo en Argentina, nuestra función es llevar el presupuesto diario del bote. ¡Quién lo ib a decir! Yo que soy tan mala con los números... Pero en este viaje hay que dejar condicionamientos y prejuicios atrás. Open minded!
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